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Agradecimiento

14 noviembre, 2010
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El olvido está lleno de memoria, como bien dice Benedetti, y es curioso el detonante que la rememora. Justo es recordar, sin nostalgia alguna, cuando el recuerdo forma parte de quien eres. Abrimos una puerta enorme, yo nunca volví a cerrarla. Gracias.

No sé qué nombre darle en mis sueños.

Ante mi forma encontré aquella forma
en tiempo de crepúsculo,
cuando las desapariciones
confunden los colores a los ojos,
cuando el último amor
busca el cuerpo postrero.
Una angustia sin fondo aullaba entre las piedras;
hacia el aire, hombres sordos,
la cabeza olvidada,
pasaban a lo lejos como libres o muertos;
vergonzoso cortejo de fantasmas
con las cadenas rotas colgando de las manos.
La vida puso entonces una lámpara
sobre muros sangrientos;
El día ya cansado secaba tristemente
las futuras auroras, remendadas
Como harapos de rey.
La lámpara eras tú,
mis labios, mi sonrisa,
forma que hallan mis manos en todo lo que alcanzan.
Si mis ojos se cierran es para hallarte en sueños,
detrás de la cabeza,
detrás del mundo esclavizado,
en ese país perdido
que un día abandonamos sin saberlo.

Luis Cernuda, 1902-1963

Danza

13 noviembre, 2010

A veces; y cuando digo a veces, quiero decir en innumerables ocasiones, dejo que la vida transcurra. Observo desde un lugar, sin sitio físico, como  los acontecimientos se  suceden. No intervengo activamente, controlo mis ansias; podría hacerlo, lo sé, y el saberlo hace más difícil mi inactividad.

Desde ese lugar, que bien podría ser una balconada, observo el baile. Un danzante con elegancia aprendida, me invita a unirme a la danza. Es cierto que bajo y con gusto danzo, me dejo llevar por mi partner. Con consciencia reconozco la coreografía, podría ser yo quien condujera el ceremonioso ballet, pero me aburre el conocimiento de saber tan bien la pieza…En esos casos siempre dejo que los pasos de baile discurran, convencida que al final de la representación, cuando la música se convierta en silencio, ellos habrán trenzando lo que se es con lo que se quiere aparentar ser,  y caerá de nuevo la máscara.

Jazz

23 octubre, 2010
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Mi alma se acompasa la ritmo de la música, podría ponerle música a cada momento vivido. Con la música me ocurre lo mismo que con las palabras, me abro ávida a ella, descubro, me sorprendo, tira de mi, unas veces me eleva, otras me mantiene en calma, me deleito, me sacude, me estremece, me emociona, me baja a mundos abisales, recapacito, me hundo, renazco…. Saborear ritmos nuevos, descubrir sonidos entrelazados es casi un vicio, una adicción para mi.

Pero hay una música que es mi lugar, ese en el que mi alma se expande, reconoce el terreno como si hubiera llegado a casa después de un largo camino en el que ha quedado agotada… mi yo más íntimo se deleita,  totalmente rendido, abandonado…  de una manera profunda e intimista me dejo ir… llevada  por el sonido de un saxo tocado arrastradamente…preñado  de  sensualidad que me enamora…Va tirando de mi …inicio…  me elevo… vuelo…vuelo…vuelo…recordando mi esencia… como si no lo hubiera hecho nunca antes… me dejo guiar, sigo su estela… planeo  llegando al éxtasis… me expando siendo  deleite… aterrizo en  mi Venus…para dulcemente, exhausta y extasiada… permanecer.

La música de mi alma, mi corazón y mi cuerpo es Jazz…solo Jazz.

  

Tus ojos

20 octubre, 2010

Entras cargada con tus bolsos de colores donde llevas tu mundo entero. Con esos inmensos ojos me miras, sonríes  y me miras. – ¡Vaya, existes! ¡lo estaba dudando!- Tus  enormes ojos se agrandan, algo que me parece siempre un milagro, yo me encojo, la miel de tus ojos se vuelve de un verde intenso, ahora no sonríes, tu mirada lanza fuego…yo me quemo, lo hago cada vez que me miras así. Resoplas un poco  -¡ ya te vale!-. Yo sonrío tu resoplas más y pasas veloz por delante (pareces un árbol de navidad con tantas cosas colgadas, me digo) no te lo comento, bueno …excepto cuando quiero que tus ojos me aniquilen…esta vez me callo, por tu forma de resoplar se que no está el horno para más bollos.

Desde donde estoy te oigo trastear por la casa….-¿te has olvidado del jabón de lavar? ¡¡¡eres un desastre!!!!-, sonrío para mis adentros, contesto, -señorita, busquelo usted y lo encontrará-….resoplas de nuevo, te oigo.Yo sonrío para mis adentros. Al rato, vuelves, entras con tu frágil cuerpo, me sonríes irónica,me deshago, lo sabes, abro los brazos para que entres en ellos,tú fingiendo desgana te dejas abrazar, y tu cuerpo se adapta al mío, el mío al tuyo, huelo tu pelo, lo beso, subes la mirada….-¡ojazos!-  y siento que un hilo tira de mi estómago. -Te echaba de menos- te digo, siento tu cuerpo agitarse por la pequeña risa,- ¡estoy agotada!…¿esto no será un reproche verdad? – mi cuerpo se agita con una pequeña risa, tu lo notas y ambas reímos a carcajadas.

Hablas y hablas, cuentas tus últimos días, yo escucho y te observo, de repente, callas, te tumbas en el otro sillón, a mi lado y al rato comienza el baile de tus enormes pestañas, cierro, abro, cierro…..abro, cierro -¿por qué no te vas a la cama?- pregunto…-no tengo sueño- cinco minutos después oigo que tu respiración se ralentiza.

Te observo mientras estás dormida, y recuerdo la primera vez que te vi. Extraña y diferente ya me pareciste, ojos y boca inmensos, en ese delgado cuerpo que aún hoy conservas. Te observo deleitándome por tenerte, tú, que  eres una mujer ya, con todo lo que ello conlleva, formas parte de mi mundo y éste  mundo  me parece mucho mejor desde que te has convertido en mujer. Eres una de mis diosas humanas, sí, las otras no me interesan para nada. Porque se que no estás y se que no estarás nunca, sobre el bien y el mal. Porque eres tierna, vulnerable y falible, y abres esos inmensos ojos a la vida ávida de aprender pero sé que  nunca tu ansia será  aprehender a  nada ni a nadie. Porque eres tierna y frágil con esa fragilidad fuerte que te hace ser tan mujer.  Porque irradias bondad y la repartes de una manera espontánea, fresca y casi sin darte cuenta, contribuyendo con ello  a construir ese mundo posible, ese en el que creemos ambas.  Porque no entras en  batallas inútiles ya que sabes que no tienes que luchar contra nada ni nadie y  sobre todas las cosas, porque me permites ser espectadora y actriz de tu mundo de colores. Soy tu madre y tú eres una mujer… mi  bruja de ojos inmensos.

  

 

 

Palabras

12 octubre, 2010

 Siempre he dicho que no podría vivir sin palabras, y es así, cada día que pasa es más así. Me acurruco entre ellas, danzo entrelazando una con otras, no me siento sola si me rodean palabras, no es nada nuevo para mí. Es más yo siempre encuentro música de palabras que tejen un hilo, lo suficientemente consistente para poder sacar mis sentimientos; Otras las recibo, llegan ya entrelazadas y yo navego entre ellas, rios caudalosos,riachuelos sinuosos, océanos, mares, charquitos… me dejo llevar entre ellas.

Me  he enganchado a una sola palabra nueva, de repente, me sorprende, me deja abierta la boca cual niña, me estremezco al hallarla, tiemblo,me emociono, la dejo ir interiorizándose en mi poco a poco para que yo pueda hacerla mía y forme parte de mi mundo, y así pueda jugar con ella ….

He hallado una palabra nueva sí, de sorpresa, sin llamar antes, que me tiene en un estado casi de éxtasis, muda, esa palabra es… REGALO.

   

 

   

 

   

   

 

50

6 octubre, 2010

Estos últimos días de nuevo un sube baja, ahora arriba, ahora abajo, un rato en el presente otro sumergida en el pasado. No pensé que fuera a ocurrir así, es más pensé que no iba a ser una fecha señalada, llegar a la mitad de siglo es tan solo una cifra, no viviré 100 años  así que…qué me importa a mi un siglo o dos. La mitad de uno o las tres cuartas partes de algo que no podré abarcar en vivencias, pues parece que sí, que si me importa. Sonrío para mis adentros, siempre soy capaz de sorprenderme a mi misma, la mayoría de las veces hasta me dejo con la boca abierta, ¡no me lo puedo creer! ¡pues sí soy yo!. Esta vez no solo sonrío, la verdad, me observo con algo de ironía incluso. ¡¡¡Mujer!!!.

Miro hacia atrás, hay que ver como se ven los recuerdos, algunos empañados por la nostalgia, otros adheridos al miedo, unos cuantos con ternura, esos que me traen olor de amor,  a pasión…..muchos, muchos, pues sí son muchos recuerdos para 50 años pienso ahora. Me gustaría decir ese ¡¡¡Dios mío!!! que dicen algunos, y se sienten aferrados a algo superior que les protege o calma, yo solo puedo decir, ¡¡vaya viajecito amiga!! que cansado, agotador y «vivido»  ha sido este viaje hasta ahora, pero aquí estamos.

En  el vértigo del  recuerdo, reconozco cada bajada a los infiernos, y mis cenas en la  mesa con los diablos. Cada uno de los  pozos profundos y oscuros en los que caí. Sí,  he habitado en bastantes, más de los necesarios, y casi me he quedado en algunos. He comprobado muchas veces, demasiadas creo, que mis pies eran de barro pero no culpo a nadie ahora, ya no me importa encontrar culpables, me da igual, es más hasta a mi misma me he perdonado, cosa harto difícil y dolorosa. Pero hay días en que me estremezco tanto que siento  frío y sueño que aún no hay luz, que se ha ido, entonces….. despierto y respiro.

También hay otro ritmo menos violento para evocar más recuerdos, esos son otros sí, por ellos, soy consciente que vivo tiempo de regalo, y esto lo aprecio en su justa medida, noto el regusto de la llegada a la luz. He llegado aquí, que no es otro sitio que  mi misma, porque he tenido suerte, esa suerte de los gafes, pero sí, he tenido suerte…., y además, he sabido desnudarme para entablar mi lucha-abandono, no se de donde he sacado las fuerzas, ¡no tengo ni la menor idea!, pero lo he hecho, y como dice un poema de Gioconda Belli, » Más he de recordar que estoy aquí y que seguiré anhelando, agarrando pizquitas  de claridad, haciendo yo misma mi vestido de sol, de luna, el vestido verde color de tiempo con el que  he soñado vivir alguna vez en Venus», sabiendo perfectamente que  mi Venus ya está aquí y ahora,  huele a tierra mojada, en él yo ando descalza y desnuda, por decisión propia.

Dentro de muy pocos días cumplo 50 años de existencia y ya no tengo ganas de volver a lamer ninguna  de mis heridas, pero sí de darle gracias a la vida  por devolverme algo de ingenuidad, justo la suficiente para continuar, temí tanto haberla perdido…….Soy una mujer madura, una hembra mujer, que dentro de unos días cumple 50 años, sí…… y ¡¡¡¡que diablos….me gusta!!!!

 

Cafecuento.

2 octubre, 2010

    «La casa, o lo que quedaba de ella, estaba a la entrada del pueblo, al pie de lo que antaño fuera el paseo de las acacias y que hogaño es solo una prosaica carretera asfaltada….» así comienza un regalo que me ha hecho una amiga reciente, un cuento escrito para mi, un relato pequeño, pero sólo en su extensión.  Está lleno de frescura, es tierno y en él se mezcla la alegría con la nostalgia, encerrando todo un mundo en sus escasas líneas. Me ha conmovido, llegado al corazón, incluso ha evocado en mí el recuerdo de un tiempo, una casa, una persona e incluso unos olores, que añoro en un íntimo silencio. Se que ella, la autora, no podía saberlo, pocas personas lo saben, pero esa es la magia de los relatos, lo que te llevan a evocar. El misterio de que Marta, casi sin conocerme, me haya dedicado justo este relato, es algo que solo a ambas nos incumbe, pero puede ser que exista un hilo invisible que une las mujeres que escriben con magia, a las que adoramos que nos hechicen con relatos y puede también, que ese hilo sea de café bien cargado, todo puede ser, pero dudo que lo sepa alguien, incluso estoy segura que las meigas lo desconocen.

     Como ya he dicho en otra entrada, me encantan estas historias, llámense microrrelatos, cuentos, relatos, o como quieran ser denominadas estas breves narraciones, por su extensión. Ahora bien, a mi entender considerarlo como subgénero literario es vilipendiarlo. Faulkner afirmó «todo novelista quiere escribir poesía, descubre que no puede y a continuación intenta el cuento, y al volver a fracasar, sólo entonces, se pone a escribir novelas» pero  cuando uno lee «Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.[…] (Cortázar, 1963) Rayuela,  comprueba que por mucho que afirme Faulkner que un escritor de cuentos es un prosista incapaz de ser poético, existe la poeticidad de la prosa, como lo demuestra Cortázar y en sus cuentos sigue siendo el artista  literario rotundo e inclasificable que es. De la misma manera, el propio Faulkner, por mucho que despreciara este «subgénero» en sus más de 140 cuentos, transmite la grandeza literaria de sus obras, para muestra su Hojas Rojas.

     Y si este género como alega Joan Rendé, se encuentra a medio camino entre la poesía y la novela, aunque aclare «Si aceptaremos la aseveración de Ernesto Sábato que dice ‘la prosa es lo diurno y la poesía la noche: se alimenta de nuestros símbolos, es el lenguaje de las tinieblas y de los abismos’, si estuviéramos de acuerdo con esta definición, entonces tendríamos que situar el cuento en el preciso centro del atardecer, con toda su belleza efímera y vacilante, pero con toda rotundidad de conclusiones luminosas, atmosféricas y sentimentales», quizás lo que realmente hace que el pequeño relato sea una obra maestra, cuando lo es, es precisamente eso, el situarse a medio camino de ambos estilos. 

    Sea como fuere, la verdad es que eso carece de importancia, porque uno se da cuenta que toca lo sublime cuando lee, Historias en la palma de la mano, de Yasunari Kawabata,  que cuesta superar la resaca que deja haber leído Tres rosas amarillas de Raymond Carver,  que lo sutil  sucede por debajo de la piel del cuento en  El Tio Vania de Chejov,  que es estéril la lucha del hombre con lo infinito, lo divino e intangible en El Aleph de Jorge Luis Borges  y que se aprende mucho de amor en el anti-romántico Primer amor de Samuel Beckett. Podría seguir y seguir sin cansarme……

   Pero lo único que quería contar en esta entrada es que me encanta desayunar muy de mañana, un café bien cargado y un pequeño gran relato, es decir un buen cafecuento.

   

   

   

 

Cultura y tradición

25 septiembre, 2010

Esta semana el Parlament de Catalunya ha blindado a los correbous, con las mismas justificaciones que esgrime Esperanza Aguirre en Madrid y añadiendo que en estos festejos el animal no muere. Supongo que con esto último, los políticos catalanes no querían perder la imagen de pueblo cívico, avanzado en políticas y tremedamente respetuoso, que quedó reflejado con la prohibición de las corridas de toros en su comunidad. No voy a entrar en descalificar a un pueblo, el catalán, al que admiro, y cuya capital, Barcelona amo profundamente, tanto es así que es mi intención habitar en ella y para esto estoy aprendiendo su idioma. Sentado esto, y no pudiéndose ver en esa entrada ninguna razón espuria, con la que se me pueda tachar de  nacionalista española, he sentido vergüenza, pero de esa vergüenza que cabrea y mucho.  Más aún, los que hemos sido, y  seguiremos siendo impulsores de iniciativas legislativas populares para la aprobación de leyes que protejan a los animales de las prácticas bárbaras que se realizan contra ellos, estamos indignados. Estas «fiestas» en las que la diversión consiste en maltratar a un animal, muera o no, de quien dice mucho es de quienes las practican, defienden o justifican, si hay animales en esas celebraciones son las «personas humanas».

 Estos individuos, españoles, catalanes o del país que sea,  esgrimen  sin ruborizarse al hacerlo, razones culturales y de tradición, para descalificar a quienes intentamos que se prohíban, acusándonos de pusilánimes incultos y desarraigados pacifistas, esto de pacifistas nos lo escupen como si de un insulto se tratara, hay que fastidiarse….

Algunos rizando el rizo nos acusan de antidemocráticos, ya que no respetamos la libertad de cada uno, queriendo legislar hasta «cuando tienen que ir al baño». A esto último ni me apetece contestar, justificar en nombre de la libertad una serie de salvajadas, no merece comentario por mi parte, pero ser indolente ante esto enarbolando el ser demócrata por ello, bueno………, mejor dejarlo así, «sin comentario». Seguiremos adelante con nuestras acciones para reformar la legislación a través de iniciativas legislativas populares, pese a quien le pese, aunque a veces tengamos que caminar con políticos que sí que tienen razones espurias para dar su apoyo y cuyos traseros quedan a la vista a la menor brisa que se levante.

Se que no digo nada nuevo,  es más, son muchos quienes han comentado esta noticia, haciéndolo mucho mejor que yo, pero es que si me callo reviento.

  

 

 

  

De princesas y brujas..

23 septiembre, 2010

Recuerdo a mi abuela sentada en su mecedora contándonos cuentos. Nos sentábamos en el suelo, mirándola  mientras ella, cual ventrílocua profesional, por momentos era un ogro, para luego transformarse en princesa, bruja, príncipe, dragón etc. Me quedaba fascinada oyendo sus relatos, con la boca abierta, seguramente por causa de la vegetaciones nasales que me impedían respirar bien, pero sobre todo porque sus narraciones me llevaban a otros mundos a los me hubiese trasladado gustosa. Ahí nació mi pasión por el teatro y la literatura.

Por supuesto estos relatos eran inventados por ella  sobre la marcha, y en todos ellos, los protagonistas eran una princesa y un príncipe. Esta princesa, por lo general, había sido desposeída de sus derechos de sucesión por la segunda esposa de su padre, o por otra mujer en cuyas manos había caído, quién sabe por qué oscuros motivos, al ser arrancada de su enfermiza madre. Creo que mi abuela situaba a esos reinos dentro del imperio romano, ya que sus reyes siempre estaban ausentes luchando en las fronteras de sus reinos, contra ejércitos de bárbaros, pero este es un detalle que carece de importancia en esta entrada.

La princesa era siempre una  pudorosa joven, esbelta y rubia, de ojos verdes como esmeraldas, con piel blanca de seda y sonrisa dulce de dientes perfectos y blancos. Doncella callada y sacrificada,  que lloraba en sus aposentos y a solas, su desgracia, lo que a todas nosotras, sus nietas,  nos entristecía muchísimo y a mi en particular  me parecía una injusticia tremenda. Quien lo diría hoy en día de mi, apenada por cuestiones de sucesión monárquica, en fin…

El príncipe también era descrito como  un joven alto, apuesto, rubio y valiente, y una cosa que después de mayor siempre ha llamado mi atención, todos ellos vestían unos pantalones ajustados, «como los bailarines», decía mi abuela, imagino que en su mente esto se asemejaba a la elegancia mayestática, no voy a buscar más significado a esto, no.

Mi abuela cambiaba el color de los ojos de azul a verde y de la vestimenta de los príncipes y princesas, pero su pelo era siempre de un rubio dorado que resplandecía bajo el sol. Describía de una manera casi monótona a estos personajes. Imagino que se los sabía de memoria y la verdad es que ahora lo entiendo, pues para  describir lo puro e inmaculado no es necesario utilizar demasiados recursos  ya que su esencia  es principalmente carecer de cualidades, al menos  literarias, que enriquezcan un relato, esta es mi opinión hoy, probablemente mi abuela lo que tenía era vagancia descriptiva, sencillamente.

Pero en estos cuentos siempre había una bruja o hada mala, que se aliaba con la madrastra o cuidadora de la princesa. Ella comenzaba sus descripciones con unas palabras que  yo recuerdo más o menos así «son mujeres que hablan  alto y fuerte, ríen a carcajadas, tienen un andar seguro, miran directamente a los ojos, escudriñando el interior de las personas  y enrojecen de ira cuando se las enfada»  luego se refería a su cabello negro o rojo, dependiendo del momento y del cuento anterior, aunque  siempre eran «guapetonas», tenían una nariz demasiado grande y una verruga  que las afeaba, reconozco que la imaginación de mi abuela tenía sus límites, pero estos personajes le gustaban particularmente y  mientras las describía, imitaba su voz, sus  grandes carcajadas y con sus manos insinuaba sus danzas.

 Continuaba su relato y en él, las brujas hacían pociones, que hervían en ollas enormes y negras, bailaban por las noches, volaban en escobas, reían a carcajadas planeando sus fechorías, engañaban por momentos al príncipe en cuestión, que tras haber bebido una poción las veía como mujeres «encantadoras» que bailaban danzas prohibidas y siempre eran dueñas de unos gatos negros que les eran fieles. Tras haber sido vencidas por el príncipe y desterradas, estos animales solían ser sus únicas compañías, no en vano en sus cuentos siempre, pero siempre, el final era  feliz para las vírgenes princesas ya que se casaban con el príncipe y vivían felices, comiendo perdices, hasta el final de sus dias.  Aún siendo así estas mágicas mujeres, las brujas, me fascinaban, aunque me aterraba eso de que acabaran solas en compañía de su gato, a los que yo tengo alergia, cosa que acrecentaba mi miedo. Yo no veía maldad en ellas, me parecían divertidas, interesantes y libres, eso de que volasen en sus escobas, era algo que remataba mi fascinación. Claro que mi abuela nunca enfatizaba su maldad, para ella las únicas malas eran esas mujeres que cuidaban de las princesas, las brujas eran otra cosa, imagino que esto se debía a que  ella era una mujer que había sido educada en un ambiente liberal, en esos  años 20 y 30 tan convulsos,  y que con la llegada del «Régimen Franquista» se sintió castrada, viéndose en la obligación de redimirse, por lo que sus brujas eran sobre todo  mujeres libres e independientes, en sus relatos jamás existió un brujo.

Estos cuentos tuvieron mucha influencia en mí, sobre todo en eso de que nunca me sintiera  identificada con princesas, ni haya querido ser una de ellas. Fui educada por una mujer totalmente contraria a lo que era esta abuela mía, y que me inculcó que tenía que ser princesa a toda costa, aunque su verdadera ilusión era que me decidiera a ser novicia. Todo esto motivó  que me sintiera culpable por querer ser bruja, así  que  me vestí de princesa ya que  eso de ser monja era demasiado para mí, pero  por mucho que lo intenté, debajo del traje siempre asomó la escoba.

Después de mucho tiempo, a ratos montaba en escoba, pero solo cuando no podía ser vista, a veces incluso por mi misma. Pero un día saqué mi escoba a la luz  y me gustó volar en ella, ahora soy bruja y me  siento orgullosa por ello. No fui educada para ser bruja, así que el camino no ha sido fácil, ni sigue siéndolo, pero  para mi es preferible viajar en escobas voladoras que hacerlo en carrozas que corren el riesgo de convertirse en calabazas.  La mujeres que admiro, no me las imagino vestidas de princesas, no. Una de ellas nos ha dejado hace unos días, Jill Johnston,  y si creyese que hay vida después de la muerte, me la imaginaría volando a ese lugar montando su escoba, no haciendo el trayecto en carroza, pues no.

Las mujeres que he amado, de amarlas me siento orgullosa, también son brujas, (algunas se lo han tomado al pie de la letra, todo hay que decirlo) las que aún  amaré, seguro que lo serán también. No estoy en contra de las princesas, si éstas deciden serlo libremente y no intentan imponer leyes  dictadas en sus principados sobre mundos que desconocen, pero a mi me gustan las brujas y yo me considero  una de ellas. Soy madre de una mujercita  que tampoco es una princesa, la verdad es que no, pero claro, las princesas por descuido puede que alumbren alguna bruja, pero nosotras dificilmente pariremos princesas.

 

Inercia

19 septiembre, 2010

La vida a veces te coge por las orejas, te monta en un vagón de  montaña rusa y te lanza, sin dar tiempo para abrochar los cinturones de seguridad. Sin saber cómo te ves descendiendo a toda velocidad, notas un puño que da directo en el estómago y el vértigo te invade. Desearías poder agarrarte a algo, por tu mente pasan a la velocidad de la luz, miles y miles de razonamientos a los que quieres asirte, pero ¡imposible!, te sigues precipitando, eres consciente que caes, pero ¿sientes? que nada te es facilitado para evitarlo. No se bien si de repente o lentamente, el desprendimiento es intemporal, estás ya en el abismo, la oscuridad te rodea y no hay atisbo ni tan siquiera de una leve penumbra. 

Por  esa zona  abisal he estado transitando estos días y aún ando  sumergida. En estas profundidades  me invade  una inmensa languidez, el cansancio es tan grande que me  impide cualquier actividad mental. Agotada, desencantada, la esperanza me suena a hueco, mi rebeldía ha huido a otro lugar y  ajena a este mundo, temo que el resorte que desata mi  ironía esté a punto de no volver a funcionar. 

Hace unos días, leí  la noticia del suicidio de un adolescente  de 15 años, en Estados Unidos, por el acoso a que estaba siendo sometido  al ser homosexual. Al día siguiente conocí una mujer que sufrió de pequeña una ablación genital y que no entiende la razón por la que no puede practicarla a su hija en este país. Un abogado de «reconocido prestigio», profesor universitario para más inri, justificaba el haber perdido un juicio alegando tranquilamente: «que se va a esperar de esa juez, todos sabemos que es una bollera«. Unas mujeres jóvenes, que tomaban café en un  bar  en una mesa contigua a la mía, comentaban la pena que sentían por el hijo de una conocida suya, «su madre es una tortillera ¿que futuro le puede esperar?». 

Estoy segura que  este estado en el que me encuentro pasará, pero hoy no tengo ganas de nada, ni tan siquiera me apetece hablar……